Tras un par de fantásticos días en Jaisalmer, el 2 de agosto temprano abandonamos los dominios de Ganesha… para tomar rumbo sur, con destino a Udaipur. De camino a la ciudad de los lagos lo normal (y recomendable) es parar a hacer noche en Jodhpur, ya que se encuentra a medio camino de Jaisalmer y Udaipur. Jodhpur, 2ª ciudad del Rajastán, es conocida por sus pantalones (David y Julio, queremos veros con ellos rompiendo la noche madrileña…), por sus casas de color azul y por el fuerte de Mehrangarth.
El viaje hasta la ciudad azul fue bastante ligero (270 km , unas 4 horas), sobre todo en comparación con las palizas que nos hemos metido en este viaje. Así pues, nuestro entrañable Bopinder nos dejó en el fuerte de Jodhpur a mediodía.
El fuerte de Mehrangarth es muy chulo (seguramente el más bonito de los que vimos, y vimos unos cuantos…). Lo que impresiona de estas fortalezas es que son a la vez enclaves militares de carácter defensivo (el de Jodhpur está en lo alto de una colina impresionante) pero por dentro las residencias están cuidadas hasta el último detalle, con todo el lujo asiático. Si esta combinación de cualidades se cumple en la mayoría de los fuertes (por ej. el de Amber) el de Jodhpur es seguramente el más logrado de todos.
Fuerte de Mehrangarth |
Para la visita recomendamos coger el audioguía (que viene gratis con la entrada) y que en un perfecto argentino (“para más información, digite 401…”) te va contando diversas cosillas. Es un poco coñazo el boludo, pero sí que tiene alguna explicación interesante.
Además del fuerte en sí (sus patios y estancias) lo impresionante de Mehrangarth es la vista que ofrece: desde el fuerte se divisa la ciudad de Jodhpur o ciudad azul por el color de sus casas (hay varias versiones sobre su origen, una dice que los brahmanes, miembros de la casta superior, las pintaban de ese color para distinguirse del resto; otra afirma que el color se debe a que la población pensaba que el azul ahuyentaba a los insectos); además, desde lo alto se ve el Jaswant Thada, un mausoleo de mármol blanco conocido como el “Taj Mahal” de Jodhpur por su parecido al de Agra (lo visitamos al día siguiente por la mañana: es bonito, pero no tanto).
La Ciudad Azul, Jodhpur |
Tras comer una hamburguesa en el restaurante del museo y dejar las maletas en nuestro hotel nos dirigimos al centro histórico de Jodhpur para callejear y hacer alguna compra (que no falten pantalones, ¿eh chicas?…). Todo el encanto que tiene la ciudad azul desde lo alto, se esfuma en cuanto pones un pie en ella.
Jodhpur es una ciudad muy sucia, ruidosa y sin nada destacable. Lo más salvable es la plaza central, que tiene una torre de reloj de estilo inglés rodeada de un bazar. Si en Jaisalmer lo típico es la piel, en Jaipur las joyas y en Varanasi la seda, Jodhpur está especializado en especias. Así pues, unos cuantos de nosotros compramos unos tés y mezclas de tikka massala en el puesto con mejor pinta de la plaza (Maharani spices).
Acto seguido, y aunque intentamos dar un paseo por las callejuelas para ver la ciudad y los havelis azules, lo cierto es que ante el caos y los malos olores, desistimos pronto y en unos tuc-tucs huimos hacia el hotel donde nos quitamos todo el estrés en la piscina. El hotel Devi Bhawan era bastante bonito, en plan jardín tropical con piscina, pero con el problema de los mosquitos…
Para acabar el día y aconsejados por Lonely Planet-Andrea fuimos a un buen restaurante no lejano al hotel (On the rocks) donde cenamos una deliciosa cena india (muy buena relación calidad-precio).
Así pues, la conclusión es clara: Jodhpur merece una visita, especialmente si pilla de camino. El fuerte es impresionante pero hay que ir prevenido de que el encanto de la “aldea pitufa” se pierde cuando uno se adentra por sus callejuelas.
Tomás
Tomás
No hay comentarios:
Publicar un comentario