Por fin de vuelta al aeropuerto de Delhi. Hace ya casi 2 semanas que llegábamos aquí para empezar nuestro periplo por la India. Ahora, tras haber recibido unas buenas dosis de realidad india, sólo nos queda conocer la gran capital… ¡¡allá vamos!!
Primera
toma de contacto: llegar a nuestro hotel (hotel Iris Park, zona de Green Park)
parece una odisea.
Bien
aconsejados, nada más recoger las maletas (llegaron rapidísimo como siempre,
qué diferencia con la T4…), nos acercamos a la ventanilla de prepaid taxis, donde en función del
destino se paga una cantidad (muy barata) evitándose así líos y regateos con
taxistas. Hasta aquí todo perfecto. Con el ticket prepagado en mano nos subimos
a un taxi destartalado conducido por un chófer que no hablaba ni papa de inglés
y no parecía tener ni idea de dónde íbamos; es más, daba la impresión de que el
dichoso taxista no sabía siquiera leer el papel con la dirección del hotel.
Tras parar una decena de veces a preguntar a gente que tampoco nos entendía
bien, decidimos llamar al hotel para que alguien le indicase. Por fin, tras
muchas vueltas y revueltas, llegamos a nuestro hotel. Dada la hora que era,
optamos (por primera vez en nuestra vida) por hacer uso del servicio de
habitaciones y tomarnos unos sándwiches.
Ahora
sí nos despertamos para conocer Delhi. Al tratarse de la capital de uno de los
principales países emergentes, con sedes de compañías multinacionales,
embajadas… esperábamos encontrar algo distinto a lo que habíamos conocido hasta
el momento en India.
El
metro no nos defraudó: un sistema de trenes modernos, con A/C, bien organizado
y lleno de seguridad (muy superior a los estándares europeos, donde pasar todo
por escáner y someterte a un ineludible cacheo es más propio de un aeropuerto;
eso sí, lo del militar tras barricada de sacos y con fusil apuntando merece
comentario aparte…).
Pero…
¡¡fue bonito mientras duró!! La salida de la estación de Chandni Bazar para
conocer Old Delhi nos dejó de piedra unos segundos: parecía que habíamos vuelto
a Mandawa, sólo que con mucha más gente y millones de cables por todos lados.
Old Delhi |
En Old Delhi visitamos la mezquita Jama Masjid (la mayor de la India, recomendable) y dado que el Fuerte Rojo estaba cerrado por la fiesta nacional, dimos una pequeña vuelta por los bazares.
Mezquita Jama Masjid |
A medio camino paramos a ver el templo de los Sikhs, de impresionante cúpula dorada. La visita guiada por un miembro de esta religión fue interesante aunque nos obligó a romper nuestro estricto protocolo de higiene: después de habernos duchado con chanclas hasta en el Radisson, en este templo tuvimos que pasar completamente descalzos por una especie de lavapiés de mármol e incluso caminar por las cocinas, que no eran precisamente como las de El Bulli… Con Julito casi perdemos un cristiano ya que se imbuyó tanto de la cultura sikh que incluso probó unos dulces que preparaban. Eso sí como dice la sabia DGT “las imprudencias se pagan” y al día siguiente en el avión, nuestro miembro más veterano pagó las consecuencias…
Cocina Sikh |
Mientras decidíamos dónde comer, sentimos por primera vez los efectos del monzón con un fortísimo chaparrón. Intentando huir del caos de Old Delhi, acabamos dirigiéndonos a Connaught Place, zona más moderna. Repusimos fuerzas en el restaurante Zen (buena comida oriental) y tras una visita relámpago a la tienda contigua de Fabindia (www.fabindia.com) nos dirigimos a un mercadillo bastante recomendable para quien, como nosotros, tiene poco tiempo para hacer las últimas compras: se llama Dilli Haat (metro INA). Allí, por enésima vez dimos rienda suelta al consumismo y nos gastamos nuestras penúltimas rupias.
Dilli Haat (New Delhi) |
Como colofón a nuestro viaje, por la noche nos dimos un homenaje de la mano de un amigo que vive allí (Nacho) y sus amigos que nos llevaron a los sitios más cool de Delhi: restaurante Trishna y bar de copas Blue Parrot (ambos muy chulos). Así pudimos ver la forma en que viven los expatriados… nada que ver con lo que hemos visto en Rajastán.
Como
teníamos vuelo tempranísimo, nos retiramos pronto… y así terminó nuestra odisea
por la India. ¡¡¡Un auténtico viajazo!!!
Cristina y Tomás.
Cristina y Tomás.
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