martes, 11 de septiembre de 2012

Día 10. Jaipur, Fahtepur Sikri y Agra (7 de Agosto 2012)


Dejando ya atrás Jaipur, seguimos nuestro viaje hacia lo que sería ya nuestro último día todo el grupo al completo. También sería el final de nuestra travesía con Bopinder al volante. Quizás por eso se mostró algo más sonriente a primera hora de la mañana y nos regañó menos por nuestro –habitual- retraso matutino.


Hoy era un día clave en el viaje. Hoy veríamos el Taj Mahal. Por el camino paramos en Fahtepur Sikri, a unos 35 kilómetros de Agra, que resultó ser una de las ciudades amuralladas más bonitas que hemos visto a lo largo del viaje.

Esta ciudad mogola, que conserva edificios preciosos mezcla de estilos hindú y musulmán, fue abandonada pocos años después de construirse debido a la escasez de agua en la zona, pero su estado de conservación es bastante bueno. 

Para acceder a la zona monumental hace falta tomar un autobús, que cuesta 5 rupias. Nosotros pasamos un calor sofocante esperando dentro, así que es mejor esperar fuera y sólo subir cuando veas que el conductor va a arrancar. 

Fahtepur Sikri

Fahtepur Sikri se divide en dos zonas. En la zona civil están el palacio y las salas de audiencias.


La zona religiosa alberga una de las mezquitas más grandes de la India en su tiempo, la mezquita de Jami Masjid.

Mezquita Jami Masjid
Contrasta mucho la tranquilidad de la zona civil con el agobio de la zona religiosa, en la que decenas de niños te perseguirán insistentemente pidiéndote tu entrada usada para, según dicen, hacer un trabajo del cole. Nosotros no se las dimos porque todo nos olía bastante raro (a saber qué tipo de mafia hay detrás). Ya de vuelta he intentado averiguar algo más, pero sin éxito. Si alguien sabe el motivo por el que las entradas son tan codiciadas, por favor que nos diga.

Después de hacer la parada de rigor en un Emporium de carretera a picar algo –esta vez sin mucho éxito, ya que los noodles-espaguetti resultaron ser bastante flojitos y demasiado caros- nos pusimos de nuevo en manos de nuestro chófer Bopinder. Agra, y su Taj Mahal, nos esperaban.

Aunque el Taj Mahal cierra sus puertas a las 19:00, la última hora para entrar son las 17:00, así que hay que estar atento y no entretenerse mucho. Lo cierto es que en algunos momentos llegamos a vernos volviendo a España sin ver uno de los “musts” del viaje, pero finalmente Ganesha nos echó un cable.

La entrada al Taj Mahal la compramos en el hotel al precio normal, por lo que puede ser una buena opción para no perder mucho tiempo en la cola de la taquilla. Otro dato a tener en cuenta es que debido a la contaminación, que está afectando al mármol blanco del Taj Mahal, sólo se puede acceder con coches eléctricos, un tren o tuc-tucs. Nosotros optamos por la primera opción y caminamos el último trecho del camino.

La llegada al Taj Mahal es sobrecogedora. No importa cuantas fotos hayamos visto de esta maravilla: el Taj Mahal es impresionante. Recomiendo hacer lo que yo hice: acercarse poco a poco mirando al suelo en todo momento hasta llegar a la entrada. Al abrir los ojos lo ves ahí, imponente, increíble, como en un sueño. Los minutos siguientes son de no parar de hacer fotos como un loco. Lo curioso es que, a pesar de la cantidad de turistas que hay, es un recinto de paz, el Taj Mahal es un lugar relajante y agradable. Un oasis dentro de la caótica India.

Taj Mahal

Quizás una de las cosas que más sorprenden del Taj Mahal es el entorno tan bonito en el que se encuentra, rodeado de jardines y estanques muy cuidados -cosa poco habitual en la India- y, sobre todo, de otros edificios imponentes de arenisca roja que, aunque no hacen sombra al Taj Mahal, desde luego no se quedan muy atrás.


 Tampoco dejan indiferentes los relieves y la pietradura de flores sobre el mármol y las enormes escrituras de versículos del Corán que adornan la entrada.


 Tras ver todo el complejo nos concedimos una horita de tiempo libre, de pasear, de contemplar, de pensar…el lugar lo merecía. Una vez puesto el sol, vuelta al hotel. ¡Espera un momento, que quiero echar una última mirada! Uno nunca sabe cuando volverá a un lugar como este. Eso sí, ni rastro de los famosos eunucos :)


En nuestra única noche en Agra nos alojamos en el Taj Resort, un hotel funcional pero con una piscina en la azotea muy chula, en la que, como veníamos haciendo cada vez que podíamos, nos dimos un baño nocturno acompañado de unas cervecitas. Nos lo habíamos ganado. Otro punto a favor de este hotel es el niño que te recibe al llegar, con su baile tradicional y, sobre todo, con su guiño de ojo tan frenético y su movimiento de cuello tan salado.

Lo poco que vimos de la ciudad de Agra fue desde el tuc-tuc de camino al restaurante, nada que mereciese la pena. Para cenar nos dejamos guiar una vez más por Trip Advisor y fuimos a Pinch of Spice. Aunque no estuvo mal, tampoco tendría su hueco en nuestro Top 5. Comida demasiado picante y temperatura ambiente de unos -5ºC. Creo que el resfriado se apoderó de muchos de nosotros esa noche.

Después de la cena, y tras un amago frustrado de tomarnos un gin-tonic en la terracita roof-top del hotel, tocaba despedidas pues el grupo se separaría. Unos seguirían hacia Delhi mientras que el resto continuaríamos rumbo a Orccha. Cada mochuelo se retiró a su olivo más o menos a medianoche, como siempre.


Alicia.


miércoles, 5 de septiembre de 2012

Día 9. Jaipur (6 de Agosto 2012)


Riiiiinnnnggggggg. 6:30 suena el despertador. - Esto de viajar que sufrido es, no dormimos más de 6 horas ningún día. En teoría hoy toca madrugar porque tenemos la subida en elefante al fuerte de Amber, a las afueras de Jaipur, y a media mañana se marchan los elefantes para casa o eso es lo que hemos creído entender a Bopinder, nuestro chofer.

Desayuno rápido y como siempre hemos llegado 20 minutos tarde al bus. Bopi cabreado. (YOU ARE ALWAYS LATE, NO SIGHTSEING, IN MY COCHE ONE HOUR LATE)
Llegamos sobre las 8 al fuerte y allí están los elefantes esperando. Nos bajamos del bus y nos acosan vendedores ambulantes que nos ofrecen desde Ghanesas de madera, camisetas modernas de camellos (Julio aprovechó la oferta con una camiseta XXXXXL) ;)), pulseras, etc… Los esquivamos como podemos y nos dirigimos al púlpito a unos 3 metros de altura desde donde se montan los elefantes por parejas. Son mucho más altos de lo que se puede pensar a priori pero una vez encima da bastante seguridad el bicho. El trayecto dura unos quince minutos hasta la puerta principal del fuerte.

Fuerte de Amber

Pagamos la propina al conductor del elefante para que nos deje bajar y cogemos un guía indio en español para que, por un módico precio, nos haga la visita turística por el fuerte y nos cuente lo bien que vivía el marajá con su esposa y concubinas. Desde el fuerte se divisa la impresionante muralla que rodea Jaipur al estilo de la Gran Muralla China. Javi, Manuel y Julio se aventuran en subir las infinitas escaleras hasta la misma, el resto pasamos.
Mama mono con bebe monísimo

Al bajar paramos a hacer un par de fotos en el Water Palace y le decimos a Bopi que nos deje en el City Palace en el centro de Jaipur. Visitamos también el observatorio astronómico que era muy curioso. 

Janta Mantar - Observatorio astronómico

La ciudad es caótica como casi todas en esta parte de la India y hay muchos vendedores intentando atraernos hacia sus tiendas.

Subimos al Umai Mawar, un edificio desde el que se divisa la ciudad y con el apetito ya abierto nos dirigimos a Niros un restaurante muy recomendable. Comimos muy bien aunque todo estaba extra picante y más de uno lo recordó durante unas horas/días. Pedimos Reshmini Kabab, tika masala, arroz frito y unos platos que no recuerdo pero también muy picantes. La mayoría se van al hotel a disfrutar de la piscina y relajarse. Andrea y yo nos quedamos para dar una vuelta por el mercado local. Cogemos un tuctuc bicicleta pero después de un minuto el sentimiento de seres inmundos explotadores capitalistas nos asola así que le pedimos que nos pare y le pagamos el doble (para tratar de limpiar nuestra conciencia).

Jaipur

El bazar es algo agobiante, pero ya estamos acostumbrándonos, muchos pitidos de tuctucs y mucha gente. Está muy bien dividido por gremios, en una calle los ferreteros, en otra vendedores de especias, libreros, vendedores de telas… Tras un intenso paseo cogemos un rickshaw al hotel, el peor viaje para hacer la digestión, saltando baches todo el camino. Después de haberse perdido cuatro veces finalmente llegamos al hotel. Siesta y listos otra vez para salir a cenar. 
Mensajero local de Jaipur

Queríamos repetir el restaurante italiano de la noche anterior que nos había encantado a todos (nuestro primera comida occidental del viaje). Como todavía era pronto decidimos hacer uso de los servicios de… Súper Salim, un conductor propietario de rickshaws muy amable que nos había caído muy bien la noche anterior. Le pedimos que nos llevase de tiendas para saciar nuestro apetito comprador.  Llamo a otros dos conductores y nos llevaron a unas tiendas de plata en una zona un poco apartada del centro de Jaipur. El edificio era muy nuevo y estaba blindado de medidas de seguridad, con mucha cámara e indios vigilantes. Estuvimos mirando las joyas con la permanente duda de su autenticidad. Algo compramos pero más bien poco. Después de la plata tocaba ir a la tienda de telas y sedas. Bárbara se probó un sari y el resto vimos pashminas, pañuelos de seda etc.. No compramos nada ya que era mucho más caro que lo que habíamos visto en Udaipur o Jaisalmer.

Nos acercaron al restaurante. Era lunes así que nuestros planes de tomar una copa por fin después de cenar se complicaban... Según nos comentaron en Jaipur un lunes por la noche no hay ni el tato, pero nuestros choferes se ofrecieron a llevarnos a algún lado aunque estuviese vacío. Que les llamásemos después de cenar. Les llamamos al acabar pero ya no contestaron así que nos fuimos a las 23.15 al hotel a dormir.


David.



Día 8. De Udaipur a Jaipur pasando por Puskhar (5 de Agosto 2012)


El 5 de agosto, después de pasar la segunda noche en el Hotel Jagat Niwas Palace de Udaipur (para mí de los mejores del viaje, 100% recomendable), levantarnos a las 6 y media de la mañana…. (sin comentarios) y disfrutar de un fantástico desayuno en el hotel con vistas al lago Pichola, salimos hacia la ciudad rosa del Rajasthán, Jaipur.

Por delante teníamos unas 7 horas de recorrido….unas 10 según nuestro conductor o según cualquier otro hindú al que preguntásemos (me hace gracia su tendencia a incrementar en un par de horas cualquier recorrido, bueno…..supongo que el estado de las carreteras y los continuos cruces de vacas o camellos contribuyen al fomento de esta tendencia….).

A mitad de camino y con el fin de que el viaje no se hiciese tan pesado, paramos en la ciudad sagrada de Pushkar, centro de peregrinaje para los hinduistas devotos en la que se encuentra el único templo al Dios Brahma en toda la India, asentada a orillas del lago Pushkar.



Sin ánimo de ser una “aguafiestas”, personalmente…no es una ciudad en la que recomendaría parar sin otra razón que la de estirar las piernas…Si bien es cierto que el tema del peregrinaje puede atraer a algunos turistas, a mi me pareció un gran cúmulo de agobio…poco más (repito…es mi opinión personalísisima!).

Aparcamos el mini bus en una pequeña esplanada muy cercana a la zona comercial y dimos un paseo por sus estrechas calles, rodeados de un gran número de vendedores ambulantes con gran empeño en desarrollar su tarea, chicas con cajas de mimbres que incluían “encantadoras” cobras, peregrinos….muchos…muchísimos…hasta llegar a los ghats de la ciudad.

Ghats - Pushkar

Por si no se hubiese comentado previamente, el término “ghat” se refiere a una escalinata que conduce hasta un río o un lago (seguro que el que hable de Varanasí lo detallará mejor!) Son de gran importancia para las abluciones (purificaciones) rituales del hinduismo y por esto son muy comunes en la India, sin embargo, la mayoría se utilizan tanto para fines sagrados como para la simple higiene o limpieza. En el caso de Pushkar, los ghats son sagrados y hay que tener especial cuidado con no sacar la cámara si uno no se quiere meter en líos.

A continuación, nos acercamos hasta el Templo al Dios Brahma. Nos descalzamos, dejamos a Manolo y a Javi al cuidado de nuestras zapatillas y subimos la escalinata que conducía al templo (unos con un par de calcetines y otras con tres pares….mujer precavida vale por dos, no??  jaja).

Templo de Brahma - Pushkar

En el templo, los peregrinos entraban tocando, como siempre, la campana que se sitúa a la entrada y se agolpaban en una especie de altar en el que lanzaban regalos (guirnaldas, inciensos y unas bolitas blancas que no tengo ni idea de lo que eran…) a una imagen. El templo es bastante pequeño, por lo que se tarda poco en ver. Tras la visita, volvimos a nuestro mini bús para seguir camino de Jaipur.

De sobremesa - Pushkar

En Jaipur nos instalamos en el Hotel Umaid Mahal, que contaba con una pequeña piscina interior en la que decidimos pasar el resto de la tarde hasta la hora de la cena….
Nota mental para todo el que vaya a Jaipur: Después de varios días de comida hindú, una parada en “Little Italy” es muyyyyyyy agradecida (bueno, siempre que no sea Bárbara la que elija por ti…..) La pizza mediterránea y el brownie de chocolate muy recomendables!! Eso sí, respecto al brownie…quitando la nata no, Andrea?! (ya he dicho lo de mujer precavida vale por dos, no??) :)

Berta.