Dejando ya atrás Jaipur, seguimos nuestro viaje
hacia lo que sería ya nuestro último día todo el grupo al completo. También
sería el final de nuestra travesía con Bopinder al volante. Quizás por eso se
mostró algo más sonriente a primera hora de la mañana y nos regañó menos por nuestro
–habitual- retraso matutino.
Hoy era un día clave en el viaje. Hoy veríamos
el Taj Mahal. Por el camino paramos en Fahtepur Sikri, a unos 35 kilómetros de
Agra, que resultó ser una de las ciudades amuralladas más bonitas que hemos
visto a lo largo del viaje.
Esta ciudad mogola, que conserva edificios
preciosos mezcla de estilos hindú y musulmán, fue abandonada pocos años después
de construirse debido a la escasez de agua en la zona, pero su estado de
conservación es bastante bueno.
Para acceder a la zona monumental hace falta tomar un autobús, que cuesta 5 rupias. Nosotros pasamos un calor sofocante esperando dentro, así que es mejor esperar fuera y sólo subir cuando veas que el conductor va a arrancar.
Para acceder a la zona monumental hace falta tomar un autobús, que cuesta 5 rupias. Nosotros pasamos un calor sofocante esperando dentro, así que es mejor esperar fuera y sólo subir cuando veas que el conductor va a arrancar.
Fahtepur Sikri se divide en dos zonas. En la
zona civil están el palacio y las salas de audiencias.
La zona religiosa alberga una de las mezquitas
más grandes de la India en su tiempo, la mezquita de Jami Masjid.
Después de hacer la parada de rigor en un Emporium
de carretera a picar algo –esta vez sin mucho éxito, ya que los
noodles-espaguetti resultaron ser bastante flojitos y demasiado caros- nos
pusimos de nuevo en manos de nuestro chófer Bopinder. Agra, y su Taj Mahal, nos
esperaban.
Aunque el Taj Mahal cierra sus puertas a las
19:00, la última hora para entrar son las 17:00, así que hay que estar atento y
no entretenerse mucho. Lo cierto es que en algunos momentos llegamos a vernos
volviendo a España sin ver uno de los “musts” del viaje, pero finalmente Ganesha nos echó un cable.
La entrada al Taj Mahal la compramos en el
hotel al precio normal, por lo que puede ser una buena opción para no perder
mucho tiempo en la cola de la taquilla. Otro dato a tener en cuenta es que debido
a la contaminación, que está afectando al mármol blanco del Taj Mahal, sólo se puede
acceder con coches eléctricos, un tren o tuc-tucs. Nosotros optamos por la
primera opción y caminamos el último trecho del camino.
La llegada al Taj Mahal es sobrecogedora. No
importa cuantas fotos hayamos visto de esta maravilla: el Taj Mahal es
impresionante. Recomiendo hacer lo que yo hice: acercarse poco a poco mirando
al suelo en todo momento hasta llegar a la entrada. Al abrir los ojos lo ves
ahí, imponente, increíble, como en un sueño. Los minutos siguientes son de no
parar de hacer fotos como un loco. Lo curioso es que, a pesar de la cantidad de
turistas que hay, es un recinto de paz, el Taj Mahal es un lugar relajante y
agradable. Un oasis dentro de la caótica India.
Taj Mahal |
Tampoco dejan indiferentes los relieves y la
pietradura de flores sobre el mármol y las enormes escrituras de versículos del
Corán que adornan la entrada.
Tras ver todo el complejo nos concedimos una horita de tiempo libre, de pasear, de contemplar, de pensar…el lugar lo merecía. Una vez puesto el sol, vuelta al hotel. ¡Espera un momento, que quiero echar una última mirada! Uno nunca sabe cuando volverá a un lugar como este. Eso sí, ni rastro de los famosos eunucos :)
En nuestra única noche en Agra nos alojamos en el Taj Resort, un hotel funcional pero con una piscina en la azotea muy chula, en la que, como veníamos haciendo cada vez que podíamos, nos dimos un baño nocturno acompañado de unas cervecitas. Nos lo habíamos ganado. Otro punto a favor de este hotel es el niño que te recibe al llegar, con su baile tradicional y, sobre todo, con su guiño de ojo tan frenético y su movimiento de cuello tan salado.
Lo poco que vimos de la ciudad de Agra fue
desde el tuc-tuc de camino al restaurante, nada que mereciese la pena. Para
cenar nos dejamos guiar una vez más por Trip Advisor y fuimos a Pinch of Spice. Aunque no estuvo mal, tampoco tendría su
hueco en nuestro Top 5. Comida demasiado picante y temperatura ambiente de unos
-5ºC. Creo que el resfriado se apoderó de muchos de nosotros esa noche.
Después de la cena, y tras un amago frustrado
de tomarnos un gin-tonic en la terracita roof-top del hotel, tocaba despedidas
pues el grupo se separaría. Unos seguirían hacia Delhi mientras que el resto
continuaríamos rumbo a Orccha. Cada mochuelo se retiró a su olivo más o menos a
medianoche, como siempre.
Alicia.
Alicia.